Él llega a su hogar y allí esta Ella tendida en la
cama, inmóvil, con su desnudez esparcida sobre la sábana, tal y como la dejó. Y
así Él comienza como ayer, como anteayer, como el mes pasado, cuando Ella llego
a su casa. Envuelta como para regalo, con su moño rojo, su maquillaje de cartón
y sus verdes ojos mostrando una felicidad fingida. Él comienza a desvestirse
mientras le cuenta cómo le fue en el trabajo “Qué día tan agitado tuve hoy...”
comienza a decir, a lo que ella no agrega nada. Él se acerca y envuelve con su
cuerpo el de su amada, Ella esta fría. Él la acaricia y la besa apasionadamente
durante algunos minutos, pero Ella no coopera. Él se levanta, enciende un
cigarrillo y mira a su alrededor, caos, una sensación agridulce pasa por su
garganta al tiempo que sus ojos comienzan a empañarse. “¿Qué te pasa?” indaga
Él, esperando una respuesta inmediata, pero nada, los ojos inmóviles de Ella se
clavan en los suyos sin expresar nada, su mirada vacía y fría lo lleva a mirar
hacia otro lado. Él se exaspera y su razón, ya tan empañada como sus ojos, no
funciona. Un golpe de puño impacta directamente en la mejilla izquierda de Ella
que, incapacitada de articular palabra alguna, solo lanza un ligero y casi
imperceptible chirrido. Él ya no es Él, se transforma, sus tiernos ojos se
tornan violentos, salvajes, sedientos de sangre, su sonrisa delicada se
convierte en una llena de odio y de dolor. Sin pensarlo un instante más, se
dirige a la cocina y toma un cuchillo, acercándose a Ella con el filo brillante
en el aire. “¿Vas a hablar ahora?,¡Maldita!”. Al no recibir respuesta, la toma por
el cuello y clava el afilado puñal en su vientre. Ella, con sus ojos inmóviles,
sin poder ver, sin poder hablar, solo emite un sonido, un ligero “FSSSSSSS”,
que se mezcla con los desconsolados llantos de Él...