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viernes, 7 de febrero de 2014

Ellos

     Él llega a su hogar y allí esta Ella tendida en la cama, inmóvil, con su desnudez esparcida sobre la sábana, tal y como la dejó. Y así Él comienza como ayer, como anteayer, como el mes pasado, cuando Ella llego a su casa. Envuelta como para regalo, con su moño rojo, su maquillaje de cartón y sus verdes ojos mostrando una felicidad fingida. Él comienza a desvestirse mientras le cuenta cómo le fue en el trabajo “Qué día tan agitado tuve hoy...” comienza a decir, a lo que ella no agrega nada. Él se acerca y envuelve con su cuerpo el de su amada, Ella esta fría. Él la acaricia y la besa apasionadamente durante algunos minutos, pero Ella no coopera. Él se levanta, enciende un cigarrillo y mira a su alrededor, caos, una sensación agridulce pasa por su garganta al tiempo que sus ojos comienzan a empañarse. “¿Qué te pasa?” indaga Él, esperando una respuesta inmediata, pero nada, los ojos inmóviles de Ella se clavan en los suyos sin expresar nada, su mirada vacía y fría lo lleva a mirar hacia otro lado. Él se exaspera y su razón, ya tan empañada como sus ojos, no funciona. Un golpe de puño impacta directamente en la mejilla izquierda de Ella que, incapacitada de articular palabra alguna, solo lanza un ligero y casi imperceptible chirrido. Él ya no es Él, se transforma, sus tiernos ojos se tornan violentos, salvajes, sedientos de sangre, su sonrisa delicada se convierte en una llena de odio y de dolor. Sin pensarlo un instante más, se dirige a la cocina y toma un cuchillo, acercándose a Ella con el filo brillante en el aire. “¿Vas a hablar ahora?,¡Maldita!”. Al no recibir respuesta, la toma por el cuello y clava el afilado puñal en su vientre. Ella, con sus ojos inmóviles, sin poder ver, sin poder hablar, solo emite un sonido, un ligero “FSSSSSSS”, que se mezcla con los desconsolados llantos de Él...